“EN 2009 EDUCAMOS Y SEGUIMOS A UNA MUESTRA DE 1.250 NIÑOS COLOMBIANOS DE 3 A 7 AÑOS DE EDAD DURANTE TRES AÑOS Y PUDIMOS OBSERVAR TODO LO QUE ESPERÁBAMOS. ESTE PROTOCOLO ES IMPORTANTE YA QUE NADIE TIENE ALGO PARECIDO. 650 NIÑOS ESTUDIADOS HAN CRECIDO YA HASTA LOS 6/10 AÑOS Y LOS INVESTIGADORES TRABAJAN PARA DETERMINAR QUÉ ES LO QUE HAN RETENIDO DE LA EDUCACIÓN EN SALUD RECIBIDA DESDE 2009. EL PLAN ES HACER UN SEGUIMIENTO DE LA MUESTRA HASTA EL AÑO 2030.EL GANADOR DE ESTE PROYECTO ES LA PERSEVERANCIA.”

Dr. Valentín Fuster

El programa Colombia: Promover hábitos saludables en los niños para prevenir enfermedades cardiovasculares
Los hábitos de vida poco saludables pueden conllevar el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Datos recientes apuntan a que los hábitos de vida se adquieren en edades tempranas, concretamente alrededor de los 3-8 años, y que persisten en la vida adulta. Para proporcionar datos más detallados sobre los niños, el Dr. Fuster puso en marcha un estudio de intervención comunitaria en 14 escuelas colombianas, en colaboración con los famosos programas de televisión «Barrio Sésamo» y «Plaza Sésamo». El objetivo del programa, dirigido a niños de 3 a 5 años

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sus padres y profesores, era promover el desarrollo de hábitos saludables que perduren hasta la edad adulta, a través de actividades lúdico-educativas relacionadas con la nutrición, un corazón saludable y la importancia del ejercicio físico. Los resultados obtenidos parecen confirmar que las intervenciones educativas en las poblaciones escolares consiguen aumentar significativamente el conocimiento que los niños tienen de su propio cuerpo, así como la adopción de hábitos saludables a largo plazo.

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Las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la primera causa de muerte en el mundo [1]. Son enfermedades complejas y responden a diferentes factores de riesgo, la mayoría de ellos modificables, que se adquieren en las edades más tempranas de la vida. Una vez adquiridas las conductas de comportamiento, estas se transfieren a la edad adulta [2, 3]. La sociedad actual ha desarrollado entornos que, en la mayoría de los casos, no favorecen que los individuos adquieran y mantengan hábitos de vida saludables. Los expertos coinciden en que el único modo de evitar el incremento de las enfermedades cardiovasculares pasa por un cambio en el estilo de vida de la población y una concienciación sobre la necesidad de promover hábitos saludables. En este sentido, la promoción de la salud cardiovascular en la infancia representa una gran oportunidad para la prevención primaria, particularmente en países emergentes, donde se está sufriendo un cambio importante en comportamientos relacionados con la salud [4]. La estructura para implementar estas estrategias debería incluir programas escolares y comunitarios que promuevan la actividad física y la alimentación cardiosaludable, con el objetivo de combatir la carga de enfermedades crónicas asociadas a la vida sedentaria y la obesidad [5-8]. En base a todo lo anterior, el Dr. Fuster llevó a cabo un estudio en Colombia bajo la premisa de que las intervenciones educativas que se inician a una edad temprana pueden favorecer que más adelante se adopten conductas y actitudes saludables. Así pues, y con la colaboración de la Fundación Julio Mario Santo Domingo y el conocido programa de televisión «Plaza Sésamo», el Dr. Fuster puso en marcha en Bogotá un programa para educar a niños en edad preescolar sobre temas relacionados con el ejercicio, la alimentación saludable y el conocimiento del cuerpo.

El estudio incluyó a 1.216 niños de 3 a 5 años, a 928 padres y a 120 profesores de 14 escuelas. Las escuelas participantes fueron divididas aleatoriamente en dos grupos (1:1): 7 escuelas formaron parte del grupo de intervención para la promoción de la salud cardiovascular, mientras que las otras 7 escuelas sirvieron de grupo control, es decir,  no se realizó en ellas ninguna intervención (simplemente se hizo seguimiento durante el mismo período de tiempo para comparar los resultados, si bien, y una vez finalizado el estudio, los alumnos de estas escuelas sí que recibieron una formación similar [9]). (Figura 1).

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Figura 1. Inscripción, aleatorización y seguimiento de la población a estudio.

Los niños incluidos en el grupo de intervención recibieron una hora diaria de educación sobre hábitos saludables y sobre cómo funciona el cuerpo humano. La educación se realizaba a través de videos producidos por «Plaza Sésamo» y juegos de mesa («juego del corazón»), así como a través de cuentos, canciones y la colocación de pósters en las aulas con temática relativa a la salud [9]. Adicionalmente, tanto los niños como los padres y profesores, participaron en seminarios de una hora a la semana («Día de la familia saludable»), en el que se repartía información impresa sobre cómo promover el ejer­cicio físico o mejorar la alimentación [9]. A los padres también se les impartieron 3 talleres enfocados a promocionar el consumo de alimentos saludables y la práctica de ejercicio. Por ejemplo, en zonas con poco acceso a parques o lugares de recreo, los padres fueron formados para alentar a sus hijos para que usaran las escaleras en vez de los ascensores y a que caminaran en vez de tomar el autobús [9]. Por su parte, los profeso­res recibieron una «guía del profesor» y atendieron a tres sesiones específicas de formación. Además, cada 15 días se reunían dos horas con un su­pervisor del estudio, que les guiaba sobre cómo transmitir los mensajes a los niños de forma óptima [9].

Para evaluar objetivamente qué efecto tuvo la intervención, los investigadores utilizaron cuestionarios para medir, tanto en los niños (objetivo principal del estudio) como en los padres y profesores (objetivo secundario), el nivel de conocimiento del cuerpo y del corazón, el nivel de actividad física y los hábitos en alimentación y estilo de vida saludables. Las mediciones ser realizaron antes de empezar la intervención y a los 6 y 18 meses después de haberla iniciado. Los cuestionarios fueron desarrollaros por psicó­logos, pediatras, educadores y expertos en nutrición y en desarrollo infantil.

También se midió el peso y altura de los niños al inicio del estudio, justo al finalizar la intervención y al año de acabar el programa.

Al final de la intervención, los investigadores documentaron un mayor aumento en la puntación total sobre el conocimiento, la actitud y los hábitos saludables entre los niños que participaron en las actividades lúdico-educativas (+10,9%) en comparación con los niños del grupo que no recibieron esta formación (+5,3%). Este aumento también fue mayor en los padres y profesores del grupo intervención (+8,9% y + 9,4%) que en los padres y profesores del grupo control (+3,1% y +2,5%, respectivamente). Además, en el grupo de intervención esta mejoría en el conocimiento y en la adquisición de hábitos saludables perduraba, en todos los casos, después de un año de finalizar el programa [9].

Pasados 3 años, los investigadores volvieron a evaluar a 598 niños y a 475 padres que habían participado en el estudio. Con respecto al momento en que se realizó el estudio, se observó una mejoría en el conocimiento de los niños del 15%, de un 51% en su actitud hacia el tema y de un 27% en sus hábitos de vida saludables. Adicionalmente, el porcentaje de niños con un peso adecuado pasó del 62% al 75% [10].

En conclusión, el estudio ha demostrado que dedicar cuarenta horas a formar a niños en edad preescolar en hábitos saludables logra aumentar significativamente el conocimiento que tienen de su propio cuerpo, así como promover eficazmente la adopción de dichos hábitos. Estas mejoras se han seguido registrando tres años después de la intervención, cuando los niños ya tenían entre seis y ocho años, hecho que demuestra que los beneficios de un programa educativo de estas características se mantienen a largo plazo [10]. Sin embargo, se hizo una re-intervención 7 años más tarde a 596 niños de entre 9 y 13 años del primer estudio, y se comparó con un grupo de 620 niños de la misma edad que no habían sido intervenidos en la etapa preescolar. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos después de la intervención a los 9-13 años, por lo que parece importante que las estrategias de re-intervención se realicen a edades más tempranas para mantener un efecto sostenido de la intervención preescolar [12].

Referencias

  1. Adeyi O, Smith O. and Robles S. World Bank Publications, Washington, DC. 2007. Public policy and the challenge of chronic noncommunicable diseases.
  2. Deshmukh-Taskar P et al. Eur J Clin Nutr, 2006, 60(1):48-57. Tracking of overweight status from childhood to young adulthood: the Bogalusa Heart Study.
  3. Freedman DS et al. Pediatrics, 2001, 108(3):712-8. Relationship of childhood obesity to coronary heart disease risk factors in adulthood: the Bogalusa Heart Study.
  4. World Health Organization (WHO). Global Strategy on Diet, Physical Activity and Health.
  5. Centers for Disease Control and Prevention, Coordinating Center for Health Promotion. 2008. Physical Activity and Good Nutrition: Essential Elements to Prevent Chronic Diseases and Obesity.
  6. Summerbell CD et al. Cochrane Database Syst Rev, 2005(3):CD001871. Interventions for preventing obesity in children.
  7. Ekelund U et al.  JAMA, 2012, 307(7):704-12. Moderate to vigorous physical activity and sedentary time and cardiometabolic risk factors in children and adolescents.
  8. Task Force on Community Preventive Services. MMWR Recomm Rep. 2001, 50(RR-18):1-14. Increasing physical activity: a report on recommendations of the Task Force on Community Preventive Services.
  9. Céspedes J, Fuster V et al. Am J Med, 2013, 126(1):27-35 e3. Targeting preschool children to promote cardiovascular health: cluster randomized trial.
  10. Céspedes J, Fuster V et al. Am J Med, 2013, 126(12):1122-6. Promotion of cardiovascular health in preschool children: 36-month cohort follow-up.
  11. Donald M et al. Circulation,2010, 121:586-613. Defining and setting national goals for cardiovascular health promotion and disease reduction: the American Heart Association’s strategic Impact Goal through 2020 and beyond.
  12. Fernández-Jiménez R, Fuster V et al. J Am Coll Cardiol, 2020, 75:13. Sustainability of and adherence to preschool health promotion among children 9 to 13 years old.