FAMILIA EE.UU. PROGRAMA FAMILIA

“EL PROYECTO EN HARLEM ES SOLO LA PUNTA DEL ICEBERG DE MUCHA INFORMACIÓN QUE HEMOS OBTENIDO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS EN DIFERENTES PARTES DEL MUNDO Y QUE AHORA ESTA CRISTALIZANDO EN LAS FAMILIAS”

Dr. Valentín Fuster
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El Programa “FAMILIA” para la promoción de la salud en una comunidad con bajos recursos

La prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil, factores que contribuyen de manera significativa al incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, ha aumentado en los Estados Unidos desde la década de los 60. En respuesta a este problema, se han llevado a cabo diversas intervenciones de salud en niños a nivel escolar. En este contexto y contando con dos experiencias exitosas previas en España y Colombia, el Dr. Valentín Fuster decidió expandir el Programa SI! Salud Integral (su proyecto para la adquisición de hábitos saludables desde la infancia) a los Estados Unidos, creando el Programa “FAMILIA”. El programa incluyó a 562 niños de entre 3 y 5 años de 15 colegios Head Start de la ciudad de Nueva York en la comunidad de alto riesgo de Harlem, junto con 1.000 adultos, con el objetivo de demostrar que la educación en hábitos de vida saludables desde una edad temprana reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejora la calidad de vida en la edad adulta.

El programa integró 3 proyectos de investigación distintos: 1) Evaluación del impacto en la salud cardiovascular de un programa educativo comunitario de promoción de la salud integral focalizado en cuatro áreas (alimentación, conocimiento del cuerpo y corazón, actividad física y gestión emocional), dirigido a niños en edad preescolar y a sus padres o tutores; 2) Análisis de múltiples estrategias de intervención en el estilo de vida en adultos; 3) Evaluación de posibles cambios genéticos ligados a los cambios de conducta en los niños y los padres o tutores.

Los factores de riesgo conductuales, tales como la falta de actividad física o una alimentación poco saludable, contribuyen de manera significativa al incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, así como al incremento de otros factores de riesgo como el sobrepeso o la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial y la dislipemia [1]. Algunos de estos factores de riesgo tienen su origen en la infancia. Por ejemplo, los niños con sobrepeso y obesos son más propensos a desarrollar factores de riesgo que pueden desencadenar enfermedades de las vías respiratorias, metabólicas y cardiovasculares [2-6]. La prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil ha aumentado en los Estados Unidos desde la década de los 60 [7]. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2003-2004 mostró que aproximadamente el 17% de los niños y adolescentes estadounidenses de 2 a 19 años tenían sobrepeso, en comparación con el 14% en el periodo 1999-2000 [8]. En 1996, en la ciudad de Nueva York, un 20% de los niños en escuelas públicas y privadas en el tercer año de educación primaria y un 21% de los niños en el sexto año de educación primaria presentaban sobrepeso [9]; al cabo de unos años, en el 2003, un 43% de los niños de las escuelas públicas de educación primaria tenían sobrepeso y el 24% eran obesos [9]. En este mismo sentido, las encuestas realizadas a niños de 3 a 5 años, procedentes de barrios con bajos recursos de Nueva York, también revelaron estimaciones de sobrepeso y obesidad elevadas (39%) [10-11].

En respuesta a este problema, la ciudad de Nueva York puso en marcha diferentes iniciativas en la década pasada, como el Programa “Come bien, juega mucho” (Eat Well, Play Hard) para la prevención de la obesidad en la infancia a través de la promoción de mensajes positivos relacionados con la actividad física saludable y la promoción del consumo de frutas, vegetales y productos desnatados. El programa también perseguía reducir el número de horas que los niños pasaban sentados delante del televisor Según un informe del 2013 del Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York, en el que se analizaron datos del índice de masa corporal en niños de escuelas públicas desde la guardería a octavo curso de primaria (cursos 2006-07 y 2010-11), las mencionadas iniciativas lograron bajar la prevalencia de la obesidad infant [12]. No obstante, este descenso no fue patente en los niños de origen hispano y afro-americano. Este hecho es particularmente evidente en la zona de Harlem en Nueva York, donde uno de cada tres niños de los colegios Head Start es obeso y casi la mitad tiene sobrepeso u obesidad.

Se han llevado a cabo varios estudios que han evaluado los efectos en los comportamientos de salud de los niños de las intervenciones de educación sanitaria en escuelas [13-20]. La mayoría de las intervenciones no alcanzaron los objetivos preestablecidos de reducción de peso o de implementación de hábitos saludables en los niños Las principales causas de esta falta de efectividad fueron, entre otras, la edad de los niños a los que iban dirigidas las intervenciones (demasiado mayores: 8 años o más mayores) [16, 17, 21, 22], la participación de escuelas con bajos niveles de coordinación, la aplicación de programas con interlocutores y recursos externos (sin implicación del personal de la escuela) o la escasez de inversión en la formación de profesores o en el suministro de recursos de apoyo.

Teniendo en cuenta estas limitaciones [23-25], los expertos [26-28] proponen que la prevención de la obesidad implique también a la comunidad y que incluya a la familia. Se recomienda también centrarse en objetivos intermedios realistas, tales como el cambio de actitud o la adquisición de conocimientos (como la importancia de la actividad física y los hábitos de alimentación saludable) como factores tempranos que pueden llegar a mejorar la salud cardiovascular.

En base a estos datos, y contando con dos programas previamente consolidados, uno en España y otro en Colombia, el Dr. Valentín Fuster decidió expandir su proyecto de intervención escolar para la adquisición de hábitos saludables desde la infancia (Programa SI!, Salud Integral) a los Estados Unidos, con el Programa “FAMILIA” en comunidades minoritarias de Harlem. Este programa fue financiado por la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) con el objetivo de demostrar que educar en hábitos de vida saludables desde edades tempranas reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y mejora la calidad de vida en la edad adulta. El Programa “FAMILIA” fue coordinado desde el Hospital Mount Sinai de Nueva York, en colaboración con los programas de NYC’s Administration for Children’s Services (ACS) y el de la Division of Early Care and Education Head Start.

Dentro del Programa “FAMILIA” se propusieron tres proyectos de investigación distintos, pero relacionados entre sí y sinérgicos: Proyecto 1) Evaluación del impacto de una intervención educativa comunitaria diseñada para promover la salud cardiovascular desde la etapa preescolar en aspectos como los hábitos alimentarios saludables, el conocimiento del cuerpo y del corazón, la actividad física y la gestión de las emociones El programa también tenía unidades para los profesores y los padres o tutores de estos niños con el objetivo de que su entorno de aprendizaje fuera propicio para un cambio positivo; Proyecto 2) Evaluación de los resultados de la tecnología de imagen y la promoción de la salud en padres y tutores; Proyecto 3) Análisis de cómo la combinación de genes puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares de una persona y cómo influye en su estilo de vida y comportamiento.

Proyecto 1:

El primer proyecto incluyó cuatro niveles de intervención: el entorno escolar, los profesores, los padres o tutores y los alumnos de preescolar (Tabla 1). Se evaluó mediante cuestionarios los conocimientos previos de los participantes sobre el cuerpo y el corazón, así como sus hábitos y actitudes frente a los alimentos y la actividad física saludables. Posteriormente se incluyeron medidas de su altura y peso. Se realizaron actividades didácticas para los niños en las aulas, sesiones informativas dirigidas a los padres o tutores y programas formativos para los profesores. Posteriormente, se reevaluaron los conocimientos adquiridos mediante entrevistas a los participantes del programa y se volvieron a tomar medidas de su altura y peso.

TABLA FAMILIA

Proyecto 2:
En el segundo proyecto se implementó un programa de intervención en el estilo de vida de los padres o tutores del Head Start y se midió su respuesta en el tiempo. El estudio contó con tres secciones en las que se incluyeron a los participantes: un grupo de discusión sobre el estilo de vida saludable, formado por 10-15 padres o tutores del Head Start, sesiones individuales sobre estilo de vida con un orientador y acceso a información sobre salud a través de ferias de salud o materiales educativos impresos. El impacto de estas intervenciones se evaluó mediante cuestionarios con preguntas sobre el nivel de actividad física, la ingesta de alimentos, el nivel de fumar y la calidad de vida. El impacto también se midió a través de parámetros físicos (altura, peso, presión arterial, ecografías de las arterias y muestras de sangre para medir los niveles de glucosa, colesterol y triglicéridos).

Proyecto 3:
El tercer proyecto que incluye el Programa “FAMILIA” en Harlem tiene como objetivo averiguar los siguientes aspectos:

Si algunas personas necesitan ayuda adicional (aparte de formación) para mejorar su estilo de vida y evitar sufrir enfermedades cardiovasculares.
Si los genes (fragmentos de ADN responsables de la transmisión de rasgos hereditarios)pueden ayudar a encontrar nuevos tratamientos y métodos de prevención para las enfermedades cardiovasculares.
Si se producen cambios genéticos ligados a los cambios en el estilo de vida.
Para ello, un estudio analizó muestras de saliva (niños) o de sangre (adultos).). Los resultados del proyecto 3 están actualmente siendo analizados.

Los resultados de la intervención escolar (proyecto 1) mostraron que, en comparación con el grupo de control, el cambio relativo medio desde la línea de base en la puntuación global de KAH en los niños fue aproximadamente dos veces mayor en el grupo de intervención (diferencia absoluta media de 2,86 puntos; intervalo de confianza del 95%: 0,58 a 5,14; p = 0,014) [29]. El efecto máximo se observó en los niños que recibieron >>75% del plan de estudios. Los componentes de actividad física y conciencia corporal/corazón, y los ámbitos de conocimiento y actitudes, fueron los principales impulsores del efecto (p valOR <0.05). Además, los cambios en la comprensión de las emociones tendieron a favorecer a los niños intervenidos.

En cuanto al proyecto 2, se inscribieron un total de 635 padres/tutores El cambio medio dentro del grupo en la puntuación de Fuster-BEWAT desde la línea de base hasta los 12 meses fue de aproximadamente 0,20 puntos en todos los grupos, sin diferencias generales entre los grupos [30]. Sin embargo, los participantes con alta adherencia a la intervención mostraron un mayor cambio en la puntuación que sus homólogos con baja adherencia. Además, el conocimiento por parte del participante de la presencia de aterosclerosis potenció significativamente los efectos de la intervención. Resultados similares se mantuvieron a los 24 meses.

Aunque en general no se observaron diferencias significativas entre los grupos de intervención y los de control, el ensayo FAMILIA pone de relieve que unas tasas elevadas de adherencia a las intervenciones sobre el estilo de vida pueden mejorar los resultados de salud.

Esta intervención educativa multidimensional centrada en la escuela puede ser una estrategia eficaz para establecer comportamientos saludables entre los preescolares y sus padres/tutores de una comunidad diversa y socioeconómicamente desfavorecida.

Referencias

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